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Priego de Córdoba

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Priego de Córdoba

Historia de la Ciudad de Priego de Córdoba

La historia de nuestra ciudad no puede entenderse aislada, ya que en ella incidieron los acontecimientos más sobresalientes que se desarrollaron en la gran zona cultural del Mediterráneo. Numerosos hallazgos prehistóricos nos hablan de su pasado, siendo los restos más antiguos que se han encontrado del Paleolítico Medio. Perteneciendo al Complejo Cultural Musteriense, que se desarrolla en el período comprendido entre 30.000 a 90.000 años antes de nuestros días.

También existen considerables vestigios de la fuerte romanización de la comarca, pero fueron los musulmanes los que nos legaron todo su esplendor. El historiador Ibn Al-Jatib afirma que, en el año 745, los soldados egipcios que entraron en la península al mando de Abul-Jattar se establecieron en Bago (Priego).

A mediados del siglo IX se la denominaba Medina Bagha o Medina Bahiga, y como capital de una de las coras o provincias musulmanas desempeña un importante papel en las guerrillas sostenidas por los emires cordobeses. En el año 889 se convirtió en el centro de operaciones de Ibn Mastana, uno de los más importantes cabecillas insurrectos, que se autotituló Señor de Priego y Luque.

Desaparecido el califato de Córdoba, la villa de Priego forma parte, primero del reino Zirita de Granada, y después del reino Nazarita. Siendo en 1090 ocupado por los almorávides, a los que reemplazaron los almohades, a mediados del siglo XIII

En 1226, el rey Fernando III, tras haber alzado el cerco de Jaén, por Alcaudete llegó a Priego, la tomó al tercer día e hizo la donación de la villa a la Orden de Calatrava.

En 1341, se conquista definitivamente por Alfonso XI, que para conseguir su repoblación la eximió del pago de tributos como el portazgo.

En 1370, pasa de depender de la corona a pertenecer a Gonzalo Fernández de Córdoba, señor de la Casa de Aguilar, por cesión de Enrique II.

En 1502, los Reyes Católicos nombran primer marqués de Priego a D. Pedro Fernández de Córdoba. Fue esta época de un gran progreso para la villa. Se construyen la Casa del Cabildo, la cárcel, el Pósito y las Carnicerías. Se reedifica la ermita de San Nicasio y se construye la iglesia de San Esteban, hoy San Francisco.

Durante el siglo XVII fueron expulsados los moriscos que habían ocupado el barrio de la Puerta Granada. Según el Cabildo, su número ascendió a tres mil personas. Este hecho contribuyó al empeoramiento de la situación económica que ya era bastante grave en la primera mitad de este siglo, pues a principios de la centuria se le comunica a los vecinos que debían pagar el impuesto de las alcabalas, cosa que no habían hecho hasta entonces. Se llega a un acuerdo y la ciudad compra las alcabalas por 130.000 ducados. Acuerdo que firma Felipe III y se ratifica después en 1617 por Felipe IV. Por esta época se sufrieron las epidemias de peste, acaecidas en 1650 y 1680.

En el año 1705, la villa toma parte en la Guerra de Sucesión y defensa de Gibraltar, y en 1711, pasa a depender del Ducado de Medinaceli. Se alcanza una etapa de gran prosperidad por ser uno de los centros de sericultura más importante de España.

El tafetán y el terciopelo se vendían en gran parte de la península, Francia e Indias. Las ermitas y templos se visten de barroco. Pero a finales del siglo XVIII, se produjo un fuerte receso debido, en parte, al deterioro de la producción de morera, a los impuestos y a la presión competitiva de los tejidos de algodón.

Por esta causa, el auge económico del XVIII contrasta con la penuria del siglo XIX, causada por la desaparición de los gremios y los múltiples avatares de la vida nacional, la invasión de los franceses, la confusión liberal, las luchas partidistas, todas ellas causa de una profunda inestabilidad política y la desamortización.

En 1843 se emancipan del municipio las aldeas limítrofes de Castil de Campos (que más tarde se volverá a integrar en el municipio), Fuente Tojar y Almedinilla.

En 1881, el rey Alfonso XII le concede el título de Ciudad debido al aumento de la población, importancia agrícola y adhesión a la monarquía constitucional. Aunque, quizás, lo más destacado de este siglo sea el nacimiento de grandes hijos ilustres, como D. Niceto Alcalá-Zamora y Torres (1877-1949), primer Presidente de la II República Española; D. Adolfo Lozano Sidro (1872-1935), insigne pintor costumbrista; o un poco anterior a éstos, el renombrado escultor D. José Álvarez Cubero (1768-1827).

En las primeras décadas del siglo XX, la población alcanza los 17.000 habitantes y la ciudad despierta del letargo decimonono. En la década de los 20 aparece una importante industria textil que produce patenes, driles y lonas, que empieza a extinguirse en los años 60. Hoy día se ha reconvertido en industrias de la confección que ha hecho de Priego, junto con sus posibilidades agrícolas, industriales y turísticas una ciudad próspera, con amplias perspectivas de futuro.